a modo de introducción

Extracto de la voz "Sociedad Central de Arquitectos", por Graciela Silvestri; 
en Diccionario de Arquitectura en la Argentina, Liernur, Jorge Francisco; Aliata, Fernando. Buenos Aires, AGEA. 2004.

"Los años recientes.
(...) Por cierto que la dictadura había dejado un saldo difícil de cambiar: continúa hasta hoy la concentración de trabajo en las grandes firmas consolidadas durante el Proceso, hecho que había impedido la formación de estudios jóvenes independientes; en el ámbito de la planificación, resultaba imposible pensar en un trabajo por fuera de los organismos estatales; la avanzada de las nuevas estrategias urbanas, cuyo perfil en la Argentina sólo acentuó la desigualdad, estaba firmemente garantizada por un modelo, Barcelona, que aparecía como un producto seductor de la democracia posfranquista.
La lección de Barcelona se tradujo en una reubicación del lugar del arquitecto con respecto a la cualidad de la intervención urbana, como no había tenido en los últimos años, cuando una implícita división del tareas había dejado el asunto urbano en manos de los planificadores. A partir de la gestión del radicalismo en la ciudad, que "aggiornó" ideas y procedimientos en el ámbito público, se comprende el valor de representación del objeto arquitectónico, en función del nuevo mapa de ciudades primadas. Entonces, el arquitecto reclamaría para sí la dirección de enormes fragmentos de la ciudad con necesidad de ser cualificados para convertirse en rentables. Ante la seducción de la dimensión de los trabajos prometidos, la SCA tiene poco que oponer. Se adapta sin problemas al definitivo ocaso del arancel profesional que durante años había constituido su caballito de batalla; ignora la proliferación de concursos privados; la flexibilización laboral, que golpea principalmente a los arquitectos jóvenes, no la asusta; se asume plenamente como una institución al servicio de los grandes estudios y la "avanzada" del capital. En consecuencia, la SCA ya no volvería a representar ningún fermento de cambio. El gobierno de Menem representó para la SCA una continuidad que, a pesar de la profesión de fe radical de la mayoría de sus miembros, impulsó el trabajo de los grandes estudios. Ninguna preocupación cultural la afecta, y la censura reaparece en formas oblicuas. La relación estrecha entre la Municipalidad de Buenos Aires (nunca alterada por el cambio menemista), la Facultad de Arquitectura, bastión del partido radical, y la dirección del gremio, que no encontró oposición en esos años, cimentó la imposibilidad de cualquier crítica".